LA DECISIÓN

Miraba cautivado la semilla de olivo que sostenía sobre la palma de la mano. Oscura, ella, navegaba en medio de la blanca mar de piel al ritmo del suave balanceo que le iba concediendo. La acababa de extraer del hueso que hacía unos días dejó secar y que, a ella, le había servido de estuche para resguardarla. La observaba admirándose que, incluso desnuda y seca, lucía como si fuera una joya. «Qué pequeña es y qué resistente se ve», pensaba.

Ahora, debería ser él quien la protegiera de cualquier circunstancia con toda la determinación de la que fuera capaz. Y estaba seguro de que lo haría desde aquel mismo instante. «Creceremos juntos», le susurró.

Ha pasado el tiempo desde aquella decisión y, hoy, el tronco del olivo nos habla de 75 años de historia, de ilusiones compartidas en cada uno de los pliegues de su corteza y de nuevos retos conseguidos con la llegada de cada nueva cosecha.

Sin duda, cumplió con su palabra.

 

 

 

 

En memoria de Francisco Roca Ribelles (†2005)


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